jueves, diciembre 13, 2007

Duda

Juraba poder sentir el olor narcótico de las flores, los llantos desconsolados, la bendición del sacerdote. Veía el color rojizo de la madera, probablemente cedro, y notó que le habían puesto su camisa favorita para la ocasión.
Supo que soñaba, porque los muertos no sienten, ni huelen, y mucho menos ven, aunque a la vez comenzó a sospechar que todo lo que había leído acerca de fantasmas y espíritus era cierto.
Nunca lo supo. Despertó finalmente, aliviado, y con un gusano asomándose de su oído izquierdo.

Detrás del Telón

Entre todos los secretos que Shakespeare jamás reveló, el más sorprendente debe ser aquel del verdadero final de los famosos enamorados.
Aunque efectivamente hayan sido el veneno y el puñal los responsables de la tragedia, el dramaturgo nunca contó que Julieta se dio muerte a si misma por las deficiencias amatorias de su Romeo en el lecho, quien bebió de un solo trago la mortal pócima, para no seguir soportando por quién sabe cuanto tiempo, los reproches y despilfarros de su flamante mujer.