lunes, noviembre 17, 2008

Souvenir

Todas las calles tienen tu olor
y tu nombre.
Aunque me esconda -siempre a medias-
siento golpes de tus labios
como brisa de verano
en mis labios.
Doy vuelta la esquina,
para no encontrarte.

Sobre la alfombra
hay algunas fotos
sobre las que lloré unas tardes
y olvidé romper
-siempre a propósito-.

Debo guardarte en un cajón,
de esos que no se abren
hasta que los coma el polvo;
para borrar el negro de tu ahora
y dejar la poesía del recuerdo.
Siempre espiando,
suspirándote en la noche.

Construcción

Me invoco
entre pliegues de humo
que luego desgarro.
Soy un aro de luz.
Por la noche descanso,
enciendo estrellas.
Observo la carne pudrirse,
y en ella planto flores.
Me desnudo,
me arranco la piel,
me erijo de nuevo.

sábado, noviembre 08, 2008

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena
amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de
mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por
las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.


-Jorge Luis Borges.