jueves, diciembre 02, 2010

noche

silencio
la música de las bicicletas
cuando los lagos se arrullan de
orilla a orilla
y a veces
duermen.

un barco
el olor de hacerse noche
sacudir la mano
de un lado a otro
y del otro a un lado
tu figura cada vez más pequeña
la mía más lejana

niebla
en todos los espejos
una foto, árbol muerto.
labios blancos
el pecho quema

una cortina ciega
esquirlas de vidrio en el piso
que ha dejado el día
la caricia cruel
la caricia fría

algo ha muerto hoy
puede oírse
mi cama es poco más
que un baúl vacío
el sol solo es una estrella que se quema.
extraño un poco las miradas largas, el sueño iluso de ser algo que vos habías soñado, algo que nunca tuve que armar porque vos lo habías deseado de más chico y se te había cumplido, un poco como si el ratón perez fuese cierto, como el trineo tirado por renos, como los manifiestos políticos.
ahora tengo que contentarme con ser yo, dormirme abrazando la almohada como si abrazase todo eso que me falta y quizá habías adorado en esa mujer-niña que te inventé que era, porque en realidad yo era otra, cuánto más insegura, o de cordón de vereda.
yo sé que no te gusta que te pida que me quieras como cuando no te lo pedía, y que mendigue tus ojos cuando están lejos y tu boca cuando está triste, así que me vuelvo chiquita y celeste, como vos cuando pensabas que yo había llegado para salvarte. y un poco te llevaste todo eso, y yo me siento menos poema, pero quizá es que ahora no es verano, ahora es más de noche.
y un poco duele saber que no amabas tanto mirar el cielo o darme la mano, o quizá es mi orgullo el que se marchita sabiendo que no puedo herirte tanto como lo que podría causarme el que ya no me quieras. y aún así te elijo, porque vos eras este y no el que yo imaginaba.