Ganancias y pérdidas
Vuelvo a mentir con gracia,
me inclino respetuoso ante el espejo
que refleja mi cuello y mi corbata.
Creo que soy ese señor que sale
todos los días a las nueve.
Los dioses están muertos uno a uno en largas filas
de papel y cartón.
No extraño nada, ni siquiera a ti
te extraño. Siento un hueco, pero es fácil
un tambor: piel a los dos lados.
A veces vuelves en la tarde, cuando leo
cosas que tranquilizan: boletines,
el dólar y la libra, los debates
de Naciones Unidas. Me parece
que tu mano me peina. ¡No te extraño!
Sólo cosas menudas de repente me faltan
y quisiera buscarlas: el contento,
y la sonrisa, ese animalito furtivo
que ya no vive entre mis labios.
Julio Cortázar.
viernes, enero 28, 2011
Requiem
I. la decepción
todas las ventanas
cerradas
aún si me quedo
todas las valijas hechas
y ya no te veo
del otro lado del espejo
la sangre no es
ni tan roja
ni espesa
el reloj se detuvo
en una hora incierta
-y los dos sabemos-
II. la noche
las palabras más importantes
que dijimos
las dijimos
agitando las manos
y al fin y al cabo
no eran verdad
ni mentira
era el teléfono sonando
los ojos tan cerrados
-los dos nombres comienzan con m-
otro rostro otros ojos otros brazos
creo que recuerdo
y después
despierto
III. los adioses
el cuarto esta lleno de humo
en el piso los vidrios rotos
y yo
sentada en las más redonda
de las mesas
(tres copas vacías)
te olvido
saberte
con los pies
casi fuera del balcon
o las manos tan llenas
de algo tan vacio
es casi
como el perfume amargo
de no extrañarte
-casi tan lo mismo-
algunas tejas se caen
las palabras se mezclan
el amor (quizás) se acaba
todas las ventanas
cerradas
aún si me quedo
todas las valijas hechas
y ya no te veo
del otro lado del espejo
la sangre no es
ni tan roja
ni espesa
el reloj se detuvo
en una hora incierta
-y los dos sabemos-
II. la noche
las palabras más importantes
que dijimos
las dijimos
agitando las manos
y al fin y al cabo
no eran verdad
ni mentira
era el teléfono sonando
los ojos tan cerrados
-los dos nombres comienzan con m-
otro rostro otros ojos otros brazos
creo que recuerdo
y después
despierto
III. los adioses
el cuarto esta lleno de humo
en el piso los vidrios rotos
y yo
sentada en las más redonda
de las mesas
(tres copas vacías)
te olvido
saberte
con los pies
casi fuera del balcon
o las manos tan llenas
de algo tan vacio
es casi
como el perfume amargo
de no extrañarte
-casi tan lo mismo-
algunas tejas se caen
las palabras se mezclan
el amor (quizás) se acaba
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