lunes, mayo 08, 2006

Bombas y amapolas

Sigo tirada en la cama escuchando las bombas que caen alrededor mío. Doy vueltas y me mareo, pero me contengo y abro un ojo. Una lágrima cae, y las bombas no son bombas.
El despertador grita las 6:27.
El piso es frío e indiferente, y lo úniko ke impida ke caiga. Un trozo d alguien me observa, me imita desde la pared. Miro a alguien que luce como yo, pero ¿kómo puedo estar tan segura d kien es? Me he confiado tanto d las apariencias y al final akabo en el suelo, pisoteada, desnuda, llena d golpes. Denigrada. Me han matado.
No, no soy yo. Yo floto en un cielo azul, yo tengo ojos brillantes, yo t miro por horas y no lloro una vez al dia. O a veces más.
Y ella, ella tiene el color de la muerte y del cemento. Una mirada gélida, labios fríos.
Un golpe seco, violento pero distante. Ella se kiebra y kae en mil pedazos.
“ahora estamos a mano” –pienso. Y me meto en la ducha.
Hay ke respirar profundo y kontar hasta 10 para ke c vaya lo malo, dar limosna a los necesitados, tomar 2 litros d agua por día y llenar d la kasa d perfume a verano.
Hoy no me siento komo verano. Hoy no me siento kon ánimos d todo esto.
El agua caliente purifica todo lo feo, lo sucio. Necesito un trago, y el teléfono no está sonando. Grito, grito lo más fuerte ke puedo, pero por alguna razón nadie escucha.
Estoy d vakaciones en siberia.

Las llaves están sobre una mesita. Cubiertas d polvo. El humo del cuarto me sofoca y la televisión en siempre igual. Cambio, nada; cambio, nada; cambio, nada. De repente el control remoto vuela y se estrella contra el armario, una lástima.
Afuera debe hacer unos 5 grados, pero esta kasa es un horno. Me sako kasi toda la ropa y me dejo una camiseta vieja y ropa interior. Soltar un poko mi cuerpo me hace bien, kizá aún mejor ke la ducha y la comida.
Lo pico, lo enrolló, lo enciendo. Mi cabeza estalla, y presencio komo los muros a mi alrededor c kaen. Las flores krecen en mi ventana, un pekeño pájarillo azul c posa en el alfeizar.
La humareda me envuelve y me abraza. Me da eso ke ando necesitando tanto últimamente. Le kito la tapa a una botella ke hay sobre la mesada. Espero ke sea agua. Le doy un sorbo, largo, potente; mi gargante c kema kon la potencia incinerante del vodka.
Me echo y duermo por unas horas, nuevamente las bombas que caen y destruyen los prados de amapolas. No quiero, pero tampoco pude evitarlo. El sueño ya c terminó por hoy.
Las bombas ke kaen, los golpes en la puerta.
Debo, no debo. No voy a vestirme. Abro. T abro.
Estas helado y yo estoy en shock.
-Necesitaba verte.
-Y yo t necesitaba.

Me abrazaste. Después d un siglo d polvo y olvido, me abrazaste. No necesitaba más.

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