martes, diciembre 19, 2006

4

hay un viejo florero de vidrio sobre la mesa,
claveles un tanto marchitos.
un plato blanco manchado de ceniza y tintes nácar.
un mazo de cartas amarillentas al cual le faltan el dos de oro
y el dos de copa.
una llave sin dueño ni cerradura.
una carta escrita con tinta azul, probablemente de bolígrafo barato.
una copa con restos de líquido, no sentí su sabor al beberlo.
una mosca que inspecciona y remonta vuelo.
una niña sentada mirando el muro,
esperando que caiga.
tiene ojos pardos, dientes que se esconden,
heridas que brotan.
algunos días se siente bonita,
otros días es hermosa.
a veces canta y a veces duerme.
en ocasiones para morir, o para soñar.
el teléfono suena pero es equivocado,
la puerta toca pero es sólo por limosna.
mira por la ventana y el mundo sigue girando.
cuando cierra los ojos desea que se detenga.
es de tez muy pálida y casi nunca sonríe.
si le preguntan por qué, es que está imaginando.
cuando habla las montañas tiemblan,
pero sólo las aves la oyen.
y cuando sueña el mundo es una fiesta,
pero ella no está allí para verlo.

sobre la mesa no hay nada, sólo recuerdos de días que se marcharon.
hay polvo y olvido,
y una carta que dice adiós.

3

no sé la razón pero estoy corriendo,
las luces me enceguecen,
las bocinas distraen el silencio.
pasan unos momentos y ya no hay nada,
solo la calle.
yo aún corro.
de vez en cuando tropiezo, hasta caigo.
nadie me levante pero sigo de todos modos.
no sé hacia donde estoy yendo y eso me da miedo.
sé que no hay nadie corriendo a mi lado y eso me aterra aun más.
intento memorizar los nombres de las calles, los colores de las fachadas,
pero me resultan desconocidos; no entiendo su significado.
luego de un tiempo veo a alguien en la distancia.
no reconozco quien es pero está sonriendo,
me está sonriendo y eso me alegra.
intento correr más deprisa pero no puedo,
las piernas ya están renunciando.
estoy tan cerca, sólo unos metros.

y despierto.
no hay nadie, la ciudad duerme.
me doy la vuelta intentando concebir el sueño nuevamente,
pero me gustaría tener el valor de echarme a correr,
o echarme a volar.

2

tengo dos manos, dos piernas, un cerebro, y a veces, un corazón.
bombea sangre todo el tiempo, late a cada minuto,
y se rompe una vez por día.
tenés dos ojos que no me miran,
dos labios que no me hablan,
una lenga que no me acaricia,
dos oídos que no me escuchan.
tenés un alma que no querés darme,
tenés tiempo que no me prestas.
tenés música y flores; risas y noches.
y yo sigo aquí sentada,
esperando a que me toques la puerta
y me convides una proción de tu vida.

1

último día de primavera en una ciudad que olvida rostros.
días húmedos, calientes, agobiantes.
aún me pregunto cómo es que crecen las flores a través del pavimento.
tantos peatones que circulan pero no caminan;
y en ocasiones quisiera empujarlos,
sólo para tocarlos, sólo para que se toquen.
que sientan la tibieza de una mano real,
de un ser que siente y ama.
o sólo para sentir yo misma el roce de la piel
contra algo que no está muerto.

martes, octubre 24, 2006

never

never gonna cry again never gonna hurt again never gonna lose again never gonna scream again never gonna fall again never gonna sin again never gonna spit again never gonna bleed again never gonna try again never gonna break again never gonna hate again ever gonna sleep again never gonna dream again never gonna fly again never gonna play again never gonna laugh again never gonna jump again never gonna hug again never gonna paint again never gonna read again never gonna sing again never gonna look again never gonna touch again never gonna taste again never gonna fuck again never gonna kiss again never gonna smile again never gonna use again never gonna abuse again never gonna need again never gonna find again never gonna talk again never gonna love again never gonna live again never gonna breath again
enought it's enough it's enough bang!

domingo, octubre 15, 2006

XXI

ENTONCES apareció el zorro:

-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vío nada.
-Estoy aquí, bajo el manzano -díjo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear lazos... "
-¿Crear lazos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...
-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.

Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sól. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.

El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
-Por favor... domestícame -le dijo.
-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

El principito volvió al día siguiente.
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando eI día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.

Y luego añadió:
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo

jueves, julio 06, 2006

sintitulo

Te extiendo la mano; frágil, blanca.
Tímidamente me recuesto a tu lado,
te muestro mi alma.
Brillo, incandescente, y te dejo mirarme.

Vos decidís darte la vuelta y cantar tu propia canción.

Te muestro mis alas; pequeñas, livianas.
Quizá por envidia, quizá por disgusto,
las arrancás con saña.
Me dejás sangrando en el piso.

Y allí me sujetas entre tus brazos,
y jurás protegerme de todos los males del mundo.

Yo seco mis lágrimas, confío en tu palabra,
e intento acercarme a tus labios.

Vos decidís darte la vuelta y cantar tu propia canción.

domingo, junio 25, 2006

día de lluvia

llueve. no sé si mucho o poco porque no salí a la calle.
no es que no me guste caminar con las gotitas mojándome el pelo, la cara y todo; o mirar el cielo de colores fríos que se cae de a momentos. es hermosa la calle derretida bajo mis ojos, la gente chapoteando en el cemento como carpas en un estanque. los nenes con sus botas y sus sonrisas, el viento que despeina y corre travieso. que se te mete por debajo de la blusa y luego el escalofrío que te recorre la espalda como una serpiente.
los barcos de papel, los besos mojados, la siesta con estufa, chocolate caliente. cantar bajo la lluvia es mil veces más poético que cantar un día de sol.
si, si. es cierto. los días lluviosos son una obra de arte. pero no puedo evitar no sentirme gris como el cielo, si esas gotas que caen me alejan áun más de tu lado.

miércoles, junio 21, 2006

1

el ruido de mis dedos sobre cada tecla. cada letra que forma cada palabra que nace, una palabra que será una línea, y cada línea una frase, y una frase un párrafo.
y cada párrafo será una historia y en cada historia habrá una vida o mil.
personas que caminan, corren o vuelan. que aman, temen, parten. sueñan, ríen, viven.

2

¿esto pasa o lo inventé yo? cada cosa que veo, ¿ es producto de una casualidad, el destino o una idea ajena; o en mi inconsciente lo decidí de antemano?
¿tu cara es así porque de hecho lo es, o porque yo lo deseo?
¿yo te amo porque si? ¿yo te odio y ya?
a veces me pregunto si yo estoy viviendo la vida, o si la estoy escribiendo a medida que me vuelvo más vieja y más ingenua.

3

miro el techo, las paredes, la ventana cerrada, el humo en el aire que me marea y me da nauseas. no están vivos estos muros, y no hay escapatoria. no quiero estar acá, no puedo salir tampoco. las calles podrían comerme de un momento a otro.

un cigarrillo que se consume lentamente da lugar al próximo y yo siento que ya no puedo ni siquiera respirar.
sé que no vas a volver, ¿entonces por qué te espero todavía?
me gustaría despertarme con tu voz en la puerta, por lo menos con el sonido de tus nudillos sobre la vieja madera. pero no va a suceder. no en esta vida.
somos muy jóvenes y demasiado orgullosos.

viernes, junio 02, 2006

Sábado a la noche

Sábado por la noche.
¿Qué debo hacer? ¿A quién llamar?
Sábado por la noche.
¿Quién debo ser?
¿Cómo debo ser?

Tacones altos que me permitan verte de arriba.
Ser una de tantas y hacer que te des vuelta para ver.
Los más bellos ojos, el cuerpo más hermoso.
¿Cómo se hace?
Alguien está ocultando el manual.

Base. Sencillamente fundamental.
Cubrir cada imperfección y ocultar todas mis fallas.
Toma una fotografía y conmemora este momento.
No durará para siempre, eso sí es seguro.
Sombra, máscara y labial.
Un marco maravilloso para algo que está vacío,
Y así seguirá.
Un poco de brillo y color para algo sin vida.
Algo que yace muerto.


Una inhalación profunda y casi eterna.
Un pañuelo, un cepillo de dientes, llaves de algún lugar.
Y antes de salir,
Debo ponerme una brillante y blanca sonrisa
Para poder así ser alguien.

lunes, mayo 08, 2006

Bombas y amapolas

Sigo tirada en la cama escuchando las bombas que caen alrededor mío. Doy vueltas y me mareo, pero me contengo y abro un ojo. Una lágrima cae, y las bombas no son bombas.
El despertador grita las 6:27.
El piso es frío e indiferente, y lo úniko ke impida ke caiga. Un trozo d alguien me observa, me imita desde la pared. Miro a alguien que luce como yo, pero ¿kómo puedo estar tan segura d kien es? Me he confiado tanto d las apariencias y al final akabo en el suelo, pisoteada, desnuda, llena d golpes. Denigrada. Me han matado.
No, no soy yo. Yo floto en un cielo azul, yo tengo ojos brillantes, yo t miro por horas y no lloro una vez al dia. O a veces más.
Y ella, ella tiene el color de la muerte y del cemento. Una mirada gélida, labios fríos.
Un golpe seco, violento pero distante. Ella se kiebra y kae en mil pedazos.
“ahora estamos a mano” –pienso. Y me meto en la ducha.
Hay ke respirar profundo y kontar hasta 10 para ke c vaya lo malo, dar limosna a los necesitados, tomar 2 litros d agua por día y llenar d la kasa d perfume a verano.
Hoy no me siento komo verano. Hoy no me siento kon ánimos d todo esto.
El agua caliente purifica todo lo feo, lo sucio. Necesito un trago, y el teléfono no está sonando. Grito, grito lo más fuerte ke puedo, pero por alguna razón nadie escucha.
Estoy d vakaciones en siberia.

Las llaves están sobre una mesita. Cubiertas d polvo. El humo del cuarto me sofoca y la televisión en siempre igual. Cambio, nada; cambio, nada; cambio, nada. De repente el control remoto vuela y se estrella contra el armario, una lástima.
Afuera debe hacer unos 5 grados, pero esta kasa es un horno. Me sako kasi toda la ropa y me dejo una camiseta vieja y ropa interior. Soltar un poko mi cuerpo me hace bien, kizá aún mejor ke la ducha y la comida.
Lo pico, lo enrolló, lo enciendo. Mi cabeza estalla, y presencio komo los muros a mi alrededor c kaen. Las flores krecen en mi ventana, un pekeño pájarillo azul c posa en el alfeizar.
La humareda me envuelve y me abraza. Me da eso ke ando necesitando tanto últimamente. Le kito la tapa a una botella ke hay sobre la mesada. Espero ke sea agua. Le doy un sorbo, largo, potente; mi gargante c kema kon la potencia incinerante del vodka.
Me echo y duermo por unas horas, nuevamente las bombas que caen y destruyen los prados de amapolas. No quiero, pero tampoco pude evitarlo. El sueño ya c terminó por hoy.
Las bombas ke kaen, los golpes en la puerta.
Debo, no debo. No voy a vestirme. Abro. T abro.
Estas helado y yo estoy en shock.
-Necesitaba verte.
-Y yo t necesitaba.

Me abrazaste. Después d un siglo d polvo y olvido, me abrazaste. No necesitaba más.

domingo, mayo 07, 2006

Vos

Dimos un par de vueltas por la ciudad hasta que decidimos sentarnos en una placita. Había un gato gris merodeando y un par de vagabundos durmiendo en unos bancos, pero no nos preocuparon. Diste un par de vueltas como una nena en una juguetería y me dio miedo de que te quebrases y rompieses. Te recuerdo bailando sobre la hierba, inocente y despreocupada, con el cambio tintineando en el bolsillo de la camisa y la falda revoloteando como una mariposa ebria.
Me tomaste de la mano y caminaste alrededor de la fuente, intentando no caerte. Parecías una equilibrista procurando no dar un paso en falso. Resbalar significa la muerte, y vos no podes permitirte eso.
Te miré de reojo y me sonreí. Suavemente te tomé entre mis brazos –débiles pero no tanto- y te deposité en el suelo con delicadeza. Me acerqué a tu oído y tu perfume erizó mi piel.
-Te quiero.
Me miraste y tus mejillas tomaron el color de tus labios. Te sujeté con confianza (casi pareció que sabía lo que estaba haciendo) y bailamos los pocos pases que recordaba de la única clase de danza a la que habíamos ido. Llegaste tarde y alucinando, y llamaste “perra” a la profesora. Yo no pude sofocar una carcajada y tuvimos que prácticamente correr hacia la puerta. Esa fue la primera vez que te besé y lo recuerdo como si fuese ayer.
Pero no recuerdo los pases.

Me soltaste y corriste hacia la calesita, aunque sabes que suelo marearme con facilidad. Diste 1, 10, 800 vueltas hasta que tuve que bajarme de repente porque tenía el estómago en la garganta.
-Nenita.- me dijiste. De pura altanera.
Me incorporé de golpe y te perseguí hasta que te cansaste de correr y te rendiste y te disculpaste. Te abracé tan fuerte que creí que tus costillas colapsarían bajo mis brazos y te pregunté si estabas bien. Me besaste.

Me desperté a eso de las 11 a causa del gato que me lamía los dedos del pie. Le di una patada sin querer y soltó un bufido. La almohada todavía estaba impregnada de tu perfume pero vos no estabas y tampoco habías dejado ninguna nota.
Salté de la cama buscándote. No estabas en el baño, ni en la cocina, ni en la sala, ni en ningún lado. Encendí un cigarrillo y me recosté en el sofá preguntándome donde te habrías ido. No te gusta mucho caminar por la mañana, ni tampoco que fume ni que hable de política. Decís que son cosas de viejos. Por eso suelo salir sola, a observar a la gente y sus caras, a leer los titulares de los diarios, a fumar uno o dos cigarrillos y a pararme en la puerta de la panadería de Antonio y su mujer a sentir el aroma calentito que te abraza por adentro.
Como era de esperarse, el gato volvió y se echó en mi regazo (Gepetto le habías puesto, sólo a vos se te ocurren esas cosas). Ronroneó unos instantes y se durmió. “Porquería peluda que sos, pero tan hermoso”. No objetó nada.

Me acariciaste la mejilla con dulzura. Admirándome, no despertándome.
-¿Dónde estabas? Te extrañé.
-Fui a comprarte azucenas. Sé que te gustan mucho.

Por eso te esperé tanto.